Schopenhauer y la retórica en la discusión (I) Una introducción a la dialéctica erística

   El arte de tener razón, de Arthur Schopenhauer, es un opúsculo redactado entre 1830 y 1831 y que fue publicado de forma póstuma. En esta obra, el autor alemán propone un modelo de articulación de la discusión mediante estratagemas con las cuales poder llevar razón, sin importar el peso de los argumentos y de lo justos que estos sean.

  Schopenhauer parte de una premisa fundamental que recorre todo su pensamiento: la maldad del ser humano [1]. Para el autor, si tendiésemos a la honradez y a la búsqueda de la verdad no sería necesaria la fundamentación del modelo de discusión propuesto pero, sabiendo que el hombre tiende a la vanidad y a hacer que lo verdadero parezca falso y lo falso verdadero en las discusiones [2], para Schopenhauer se hace necesaria una dialéctica que haga posible que la tesis de uno quede por encima de la de su contrincante, independientemente de su veracidad o falsedad. Esta será, para el autor alemán, la dialéctica erística, definida como el arte de discutir de tal modo que uno siempre lleve razón, justa o injustamente [3].

   Según esta perspectiva, la verdad objetiva cuesta trabajo reconocerla, no porque no exista para Schopenhauer, sino porque esta depende de la aprobación del otro, de los otros. Anteriormente nos hemos referido a la importancia que el autor alemán le da a la maldad y a la vanidad, y es precisamente por ello por lo que, en una discusión, uno de los participantes puede acercarse a esa verdad objetiva pero puede suceder que su tesis sea refutada bien por su contrincante, bien por el público. Esto se debe, según Schopenhauer, a la mala fe en la discusión [4] y a la imposibilidad por parte de los participantes de que la tesis de uno quede por encima de la del otro. En este sentido, se discute no por interés en la verdad, sino en pro de la tesis de cada uno [5]  y en el intento de imposición de los argumentos sin importar que sean verdaderos o falsos. Para conseguir este propósito, Schopenhauer reconoce la importancia que tiene la astucia, la maldad y la experiencia a la hora de adquirir las habilidades necesarias para la imposición de los planteamientos que derriben al oponente.

   Siguiendo esta línea, para Schopenhauer lo importante es que uno defienda sus argumentos y refute los de su contrincante en la discusión. La verdad, en este planteamiento, puede no ser encontrada o incluso ser considerada como accidental [6]. Según esta idea, podemos entender que la verdad objetiva, además de ser un concepto más propio de la lógica que de la dialéctica, es para Schopenhauer un elemento secundario que puede darse o no en el proceso que supone la discusión. Incluso puede decirse que es un estorbo para la dialéctica ya que, al principio de la discusión, los contrincantes creen tener razón pero, a lo largo del debate y según la situación que se dé en él, estos comienzan a dudar [7]. Es por ello que lo importante para el autor alemán es el final de la discusión, es decir, el momento último del debate en el que se sabe si uno ha podido imponer su tesis al otro.

   En el prólogo de la obra, Schopenhauer recoge la distinción que hace Aristóteles de la lógica (teoría para llegar a los silogismos verdaderos), de la dialéctica (teoría para llegar a los silogismos que se consideran verdaderos), de la erística (teoría que parte de una forma de silogismo correcta pero de unas proposiciones que parecen ser verdaderas y no lo son) y de la sofística (teoría en la que la forma del silogismo es falsa, aunque parezca correcta) para sostener que ya en Aristóteles había una tendencia a la dialéctica erística- al menos si estaba categorizada- ya que, para Schopenhauer, la dialéctica, la erística y la sofística forman parte de esta, teniendo en común no la búsqueda de la verdad objetiva, sino llevar razón. En este sentido, la clasificación aristotélica sirve a Schopenhauer para considerar que las tres artes citadas comparten la preferencia por la apariencia de verdad.

   Siguiendo con la importancia de Aristóteles en la línea dialéctica de Schopenhauer, el alemán considera que el Estagirita no consigue abordar la finalidad de la dialéctica con la nitidez que él si consigue [8], pero considera importante la distinción que realiza entre la lógica y la dialéctica. Para Aristóteles, la lógica se encarga de la forma de las proposiciones, mientras que la dialéctica, que tiene como fin discutir y también el descubrimiento de la verdad, se encarga del contenido. Schopenhauer define las proposiciones y los silogismos en sí mismos como forma pura y los conceptos como contenido [9]. Por tanto, toda discusión se basa en la necesidad de resolver una tesis o problema a partir de una serie de proposiciones basadas en las relaciones entre los conceptos. En este sentido, Schopenhauer recoge las cuatro relaciones [10] buscadas, que son la definición, el género, el propium (lo propio o lo esencial) y el accidens (la cualidad o el predicado). Por tanto, la discusión debe fundamentarse en base a estas relaciones, aunque el autor alemán considera que el planteamiento aristotélico es demasiado formal para su propuesta de dialéctica erística.

   Si bien al principio de este trabajo hemos definido lo que entiende Schopenhauer por dialéctica erística, en este momento podemos completar la definición con otro concepto que para el autor alemán es complementario. Para Schopenhauer, la dialéctica científica tiene como objeto establecer y analizar las estratagemas de la mala fe en la discusión y reconocerlas y acabar con ellas en los debates reales [11]. Podríamos decir que la dialéctica científica es una preparación para la acción, un estudio previo de las posibilidades y estrategias necesarias para, posteriormente, practicar el “tocar y parar” que exige el «esgrima intelectual» para llevar la razón en la discusión, que es lo que Schopenhauer entiende por dialéctica erística [12].

[1] p.16

[2] p.17

[3] p.15

[4] p.18

[5] Ibid

[6] p.27

[7] p.29

[8] p.20

[9] pp.22-23

[10] pp.23-24

[11] p.30

[12] pp.29-30

BIBLIOGRAFÍA

Schopenhauer, Arthur, El arte de tener razón, Madrid:Alianza, 2010.

 

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